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¿Y si recuperamos la celulosa de las aguas residuales?

Las aguas residuales tienen diferentes orígenes, pueden ser domésticas, pluviales, domésticas, industriales o agrícolas. Para reducir el impacto de la actividad humana en el medio ambiente, estas aguas residuales se limpian en las plantas de tratamiento de aguas residuales antes de ser vertidas al medio ambiente. Según el Ministerio de Transición Ecológica, en 2019, Francia contaba con más de 22.000 plantas de tratamiento de aguas residuales, que ofrecían una capacidad total de tratamiento de 105 millones de Equivalentes Poblacionales (dimensionamiento de los sistemas de tratamiento de aguas residuales teniendo en cuenta la cantidad de aguas residuales emitidas por persona y día y su carga contaminante). En otras palabras, las plantas de tratamiento de aguas residuales francesas son capaces de tratar más de 22 millones de metros cúbicos de aguas residuales al día.

Las aguas residuales se tratan en varias etapas. La primera etapa, el pretratamiento, elimina la mayor parte de los residuos sólidos en suspensión (arena, restos de madera, grasa). El tratamiento primario elimina los sólidos en suspensión mediante procesos físicos. Por último, el tratamiento secundario elimina la materia en disolución en el agua (materia orgánica, sustancias minerales) mediante la acción de microorganismos.

El tratamiento de las aguas residuales produce varios residuos llamados lodos. Actualmente, la producción de estos lodos en Francia asciende a más de un millón de toneladas de materia seca. Más del 70% de estos lodos se utilizan como abono en la agricultura o como materia prima para el biogás. El 30% restante se incinera (F. Roussel, 2020).



La mayor parte de las aguas residuales proceden de usos domésticos y, por tanto, tienen una carga de papel higiénico relativamente alta. Esta última está compuesta exclusivamente por celulosa y representa más del 23% de los sólidos en suspensión (C. EME, C. Boutin, 2015). En 2016, un francés consumía una media de 146L de agua potable al día, es decir, unos 53,4m3 al año (EauFrance, 2018), y consumía, de media, unos 6,4kg de papel higiénico al año (Statista, 2018). Dado que el papel higiénico está compuesto esencialmente por fibras de celulosa, su recuperación representaría una abundante fuente de materia prima para Francia, que ascendería a unas 670 000 toneladas al año, y reduciría la producción de lodos. Este producto reciclado estaría así en consonancia con los objetivos nacionales y permitiría a muchas empresas francesas reducir el uso de recursos fósiles, en particular el petróleo, y disminuir así su huella de carbono.

Además, Francia tiene un balance positivo de importación de celulosa en 2019 (Centro de Comercio Internacional, 2020). Esta celulosa reciclada sería un material sustitutivo de la celulosa bruta en diversos productos como periódicos, ropa, betún asfáltico, bioplásticos y biocomposites. Por lo tanto, podría utilizarse en varios sectores, reduciendo así la dependencia de Francia e incluso invirtiendo su balanza comercial. En el sector de los plásticos, la celulosa podría incorporarse a los biocomposites que componen los productos para la industria del automóvil, hasta 5 o 10 kg por coche (Andrieu A. 2019). En el sector de los bioplásticos, entre el 40 y el 100% de las fibras de celulosa recuperadas se utilizarían para la fabricación de plásticos (Association Française pour le Développement des Bioplastiques, s.d). Por último, la celulosa podría utilizarse en el sector de la construcción y las obras públicas como aditivo para el ligante asfáltico bituminoso, hasta un 0,3 a 5% (Bellatrache et al., 2018 y Techniques Routières, 2013).


El reciclaje está en el centro de los debates políticos actuales con, en particular, la Ley n°2020-105 de 10 de febrero de 2020 relativa a la lucha contra los residuos y la economía circular. Por ello, la recuperación de la celulosa dentro de las aguas residuales es una importante palanca de acción para Francia. La utilización e incorporación de materiales procedentes del reciclaje sería una vía que ya ha demostrado su eficacia en varios países europeos, sobre todo en los Países Bajos y Alemania, y que está a punto de surgir en Francia.


Artículo producido por JEM Vitae en colaboración con PVS GmbH y CirTec.


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